Seleccionar página

Voy a contarte una historia. No, no es una historia de dragones ni de conspiraciones internacionales. Es una historia sobre algo más importante: tú y la forma en la que tomas decisiones.

Imagina esto. Estás en el desierto. El calor es insoportable, sientes la piel ardiendo y la boca tan seca que hablar se convierte en una tortura. Caminas sin rumbo fijo. No hay sombra, no hay agua, no hay salida. En tu mochila solo llevas una cantimplora. Está vacía.

Entonces, de la nada, lo ves. Un cartel tambaleándose con el viento del desierto. “Agua fría, gratis”.

Llegas. Tu cuerpo tiembla. Frente a ti, el vendedor te sonríe con calma, como si todo esto fuera normal. Antes de que puedas pedir un vaso, él te dice:

—¿Seguro que quieres un vaso de agua? Porque tengo algo mucho mejor.

Espera. ¿Qué?

Tu cerebro da vueltas. ¿Qué podría ser mejor que un vaso de agua en este preciso instante?

El tipo saca un aparato extraño. Pequeño, metálico, futurista.

— Este dispositivo genera agua del aire. Solo tienes que presionar un botón

Te dice con la misma voz con la que alguien ofrece un caramelo.

Tu mente estalla en preguntas. No tienes tiempo para pruebas, no tienes energía para dudar. Todo lo que quieres es agua, un maldito vaso de agua. ¿Por qué te está complicando la vida?

La historia podría terminar aquí. Podrías decir que no, que lo único que necesitas es lo que ya conoces, lo que es seguro. Y podrías seguir caminando con un vaso en la mano, sintiéndote a salvo durante unos minutos más.

O podrías pulsar el botón.

Y cambiarlo todo.

Si solo ves la sed, nunca encontrarás la fuente.

¿Por qué esta historia es importante?

Porque la vives todos los días.

No, no literalmente en el desierto. Pero en tu trabajo, en tus negocios, en cada decisión que tomas. Nos pasamos la vida pidiendo vasos de agua, soluciones pequeñas, rápidas, inmediatas. Y cuando alguien nos ofrece algo mejor, algo realmente innovador, lo rechazamos. Porque no lo entendemos, porque nos saca de nuestra zona de confort.

Las empresas hacen esto todo el tiempo. Los negocios, los emprendedores, incluso los clientes. Se aferran a lo que conocen en vez de apostar por algo que podría transformar su mundo.

En el marketing, en las ventas, en cualquier estrategia empresarial, hay cinco elementos clave que explican cómo tomamos decisiones. Cinco errores que todos cometemos sin darnos cuenta.

  1. Necesidad  Creemos que sabemos exactamente qué necesitamos, pero en realidad solo identificamos lo más básico. El agua. El problema no es la sed, el problema es que no tenemos una fuente de agua confiable.
  2. Problema  Nos enfocamos en lo inmediato. La cantimplora vacía. Sin pensar en cómo evitar que nos pase otra vez.
  3. Punto de dolor  Nos desesperamos cuando la situación se vuelve crítica. Y en ese estado, tomamos la primera opción que se nos presenta sin analizar alternativas.
  4. Deseo  Nuestro deseo es encontrar una solución rápida. Algo que nos saque del apuro ahora mismo, aunque no resuelva el problema a largo plazo.
  5. Atención  Nos dejamos llevar por lo llamativo. Por la urgencia. Por lo que parece obvio. Y rara vez nos detenemos a preguntarnos: ¿Hay una mejor opción?

Así es como perdemos oportunidades. Así es como nos quedamos estancados. Porque nos centramos en apagar incendios en lugar de buscar cómo prevenirlos.

La pregunta que nadie quiere hacerse

La próxima vez que estés tomando una decisión importante, pregúntate esto:

¿Estoy pidiendo un vaso de agua cuando podría estar encontrando la fuente?

Si la respuesta es sí, entonces tienes dos opciones:

  1. Seguir con lo que conoces y sentirte seguro durante unos minutos más.
  2. Apostar por algo nuevo, por algo mejor, por algo que te permita nunca más tener que pedir un vaso de agua.

La elección, como siempre, es tuya.

Yo ya he tomado la mía.