Hay cosas que no quieres ver.
No porque no estén delante de ti.
No porque no sean reales.
Sino porque aceptarlas te obligaría a cambiar.
Y cambiar da miedo.
Hace un año, en una reunión cualquiera, con gente brillante, alguien dijo:
—La inteligencia artificial es solo otra moda. Como el metaverso.
Risas.
Cabezas asintiendo.
Comentarios irónicos sobre los “vendehumos digitales”.
Yo me callé.
No porque no tuviera nada que decir.
Sino porque algo dentro de mí sabía que esa conversación no iba de razones. Iba de miedos.
Desde entonces, no he dejado de verlo.
La venda no viene de fábrica
Personas inteligentes. Con experiencia. Con empresas. Con visión.
Negando lo evidente.
Como si llevaran una venda en los ojos.
Y lo peor es que no es una venda que alguien les haya impuesto.
Se la han puesto ellos.
El humo huele a futuro quemado
Otros hacen lo contrario.
Van sobre una moto. Una de esas brillantes, futuristas.
Con un escape gigante del que sale una nube espesa de hype:
Blockchain, NFT, Metaverso. Y ahora, IA.
No importa si entienden de qué hablan.
Lo importante es que lo venden.
Y hacen ruido.
Mucho ruido.
Y daño, mucho daño a los pobres incautos que se ponen en sus manos.
O corres, o te traga
En medio de esos dos extremos, estamos los ¿raros?.
Los que no podemos dejar de ver lo que viene.
La IA no es algo que puedas ignorar.
Una ola. Una fuerza brutal que arrasa con todo.
Miento, no es una ola, es un agujero negro.
De una ola te escapas si subes lo suficientemente alto y dejas que pase.
Un agujero negro, si te paras, te traga.
No lo digo por asustar.
Lo digo porque ya lo he visto pasar.
El empresario que se reía de mí en aquella reunión…
Ahora lucha por mantener a flote su negocio.
Uno de sus mayores clientes automatizó todo su servicio de atención al cliente.
Con IA.
Ya no lo necesita.
En cambio, una pequeña empresa con la que trabajo…
La que sí escuchó.
La que sí se atrevió.
Automatizamos procesos.
Generamos contenido mejor y más rápido.
Reducimos costes.
Resultado:
+20% de facturación en seis meses.
Sin milagros.
Sin humo.
Solo trabajo y adaptación.
La inteligencia no te salva si está atada al miedo.
Solo la humildad te salva.
La curiosidad.
Las ganas de aprender.
El futuro no pregunta
Porque el tsunami no se detiene solo porque tú decidas cerrar los ojos.
Y el futuro no va a esperarte a que termines de prepararte.
Yo ya estoy surfeando corriendo en la cresta del agujero negro.
Y cada día tiendo la mano a alguien para que se suba conmigo.
Pero no todo el mundo la agarra.
Y eso, también, da miedo.